BARRANCAS, una aproximación

a su historia

Barrancas es una población ubicada en el centro del departamento San Jerónimo en la provincia de Santa Fe que surgió, como la mayoría de los poblados del último tercio del siglo XIX, al impulso de las transformaciones económicas en la zona pampeana y del medio de transporte que dinamizó esos cambios: el ferrocarril.

Según las crónicas, podemos mencionar que en el siglo XVI, en una carta del conquistador Don Domingo Martínez de Irala al Rey de España dice que navegando el Paraná se atacaba a las embarcaciones desde “Las Barrancas de los Chanáes”, dificultando el paso a las tierras de Curunda (hoy Coronda), haciendo alusión a los aborígenes nativos del lugar, expresión que también utilizara Don Pedro de Mendoza.

Estas son las primeras citas que se pueden encontrar con respecto al pasado indígena de la comarca: los aborígenes de la parcialidad chaná, de cuya existencia se han hallado restos de utensilios de uso doméstico (trozos de vajillas, cerámicas zoomorfas, armas rústicas, pipas, etc.) o de uso ceremonial (urnas funerarias, cabezales rituales, etc.) como también restos humanos en enterratorios ubicados en la costa del río Coronda o islas aledañas. Muchos de estos restos pueden encontrarse en la actualidad en el Museo Comunal de Barrancas.

De esa época datan las fundaciones de los primeros fuertes españoles en territorio sudamericano: Sancti Spíritu (a la altura de la actual localidad de Puerto Gaboto) y Corpus Christi, poblado de Ntra. Sra. De la Buena Esperanza (en el actual Puerto Aragón, jurisdicción de Barrancas).

Colonizado por los españoles algunos espacios del territorio santafesino, comienza la etapa de poblamiento propiamente dicha, con la cual toman impulso pequeños caseríos  ubicados sobre el denominado “Camino Real” que unía las principales poblaciones del territorio argentino, en este caso Santa Fe y Rosario, con el Puerto de Buenos Aires

El «Pago de las Barrancas» surge así como un apeadero, sitio de postas y de recambio de caballadas, ubicado sobre el Camino Real y el camino a Puerto Aragón, puerto natural sobre el río Coronda.

Este lugar hacia el siglo XIX era denominado «Las Barrancas», creciendo con un ritmo acelerado, llegando a configurar una población que según el censo de 1886, llegaban a 1400 habitantes.

El movimiento terrestre, sumado al movimiento fluvial hacen que el pago de “Las Barrancas” solicite al Superior Gobierno de la  Provincia gozar de los beneficios otorgados por ley del 05/02/1895, que declara a los centros de población que, por el número de habitantes e importancia comercial adquieren el derecho de administrarse por comisiones de fomento constituidas por vecinos del lugar designados por el Poder Ejecutivo de la Provincia.

El 29 de Enero de 1896 el Gobernador Luciano Leiva firma el decreto donde expresa que Barrancas tiene las condiciones requeridas para nombrar la Comisión de Fomento que integrarán los Sres. Julián Benavídes, José Poncio y Juan Aste. Esta fecha es la que podemos tomar como fundacional del pueblo de Barrancas.

La prosperidad económica se mantiene hasta los últimos años del siglo cuando la construcción de ferrocarril, sumado a dos fenómenos naturales importantes como la gran inundación de 1905 y vientos huracanados que destruyeron buena parte de las instalaciones y viviendas, provocaron la migración de sus habitantes hacia el nuevo emplazamiento.

Así es como «Las Barrancas«, más conocido hoy como «Barrancas Viejo» fue olvidando su existencia hasta ser hoy un recuerdo, y creció, junto a las vías del ferrocarril y a su estación, la actual “Barrancas”.

En tierras que eran propiedad del Dr. Lisandro de la Torre y su cuñado Don Lisandro Paganini, se realizó la planificación del pueblo. Don Juan Proto y el mencionado Paganini, diagraman los solares y los espacios públicos (edificios cívicos, iglesia, plazas, etc.) y ya en 1905 se venden los primeros terrenos a ambos lados de la estación ferroviaria como era costumbre de la época.

La radicación de vecinos provenientes de Barrancas Viejo, Puerto Aragón y Puerto Piedras sumado a los que arribaban al país desde Europa atraídos por la política inmigratoria provincial, van configurando su fisonomía social y cultural.

Es de destacar la impronta de la Familia Garcilazo en este contexto: como viejos hacendados de la zona tenían su propiedad dentro de los límites establecidos y ante las nuevas leyes nacionales de registro civil y cementerios, donan al pueblo de Barrancas una parte de su estancia donde se encuentra el mausoleo familiar para uso público y comunal.

De este modo se abren espacios económicos en el campo y en el comercio en sus más variadas ramas, y también en lo cultural, con la biblioteca popular, clubes recreativos, deportivos, escuelas de artes y oficios, agrupaciones tradicionalistas, instituciones eclesiásticas, etc.

Hacia mediados del siglo ya es Barrancas una población caracterizada en el departamento por su avance económico y su oferta cultural, pues con un perfil de industrias locales en avance, se distingue como un pueblo que brilla con luz propia.

El final del siglo XX y el principio del XXI nos encuentran en proceso de transformaciones económicas y sociales con cambios de paradigmas y modelos culturales que nos presentan un verdadero desafío.

Barrancas tiene una historia propia, pasada y presente que nos compromete a todos, con nuestras luces y sombras, pero que, sin lugar a dudas, nos hace partícipes de su destino de pueblo y comunidad.

Profesora de Historia
Mónica Oronao